Convento
El Convento Grande de Nuestra Señora del Socorro fundado en 1554 por los primeros franciscanos que llegaron a Chile. El edificio actual y su templo son la construcción colonial más antigua de la capital y las únicas en sobrevivir a nuestra historia sísmica.
El Altar Mayor del templo conserva la imagen de Nuestra Señora del Socorro, una pequeña escultura de la Virgen traída por el conquistador Pedro de Valdivia y que los franciscanos han resguardado por más de 400 años; su nave central posee los arcos y muros de piedra originales, así como un excepcional artesonado de madera de ciprés iniciado en 1584.
Este Convento es la sede de la Provincia Franciscana de la Santísima Trinidad y fue declarado Monumento Nacional en 1951. Junto a su valor arquitectónico e histórico, posee una de las colecciones de arte colonial más importantes del continente, entre las que destaca la Serie de la Vida de San Francisco, el cuadro colonial más antiguo de Chile, el Cristo de Bernardo O’Higgins y el Premio Nobel de Gabriela Mistral. La protección de este importante patrimonio empujó la creación del Museo de San Francisco en 1959, que simboliza el compromiso de la Orden por compartir su historia con la ciudadanía.
Sala Sacristía
La Sala Sacristía está dedicada a la Virgen María y a la profunda devoción que la Orden Franciscana le ha profesado desde sus orígenes. Este espacio, originalmente destinado a la preparación litúrgica de los frailes antes de las celebraciones religiosas, conserva su atmósfera de recogimiento y espiritualidad. En ella se reconoce a María como figura central de la fe cristiana y modelo de humildad, entrega y contemplación. La sala invita a conectar con el sentido mariano de la espiritualidad franciscana, destacando la importancia del amor, la misericordia y la intercesión de la Virgen en la vida religiosa.
Sala San Pedro y celda franciscana
La Sala San Pedro, nombrada en honor a San Pedro de Alcántara, está dedicada a la vida y espiritualidad de este fraile franciscano del siglo XVI. Reconocido por su austeridad, vivía en oración constante, ayuno y penitencia, convencido de que la renuncia al mundo acercaba a Dios. Fue ejemplo de humildad y devoción radical, inspirando a generaciones de franciscanos a vivir en pobreza, obediencia y castidad. Esta sala permite reflexionar sobre la dimensión espiritual de la orden, donde la contemplación, el retiro y el sacrificio eran caminos hacia una fe más profunda y comprometida.
Sala Gabriela Mistral
La Sala Gabriela Mistral, inaugurada el 16 de noviembre de 1983, fue creada para preservar el legado de la poeta y diplomática chilena. En este espacio se resguardan objetos personales que permiten aproximarse a su dimensión más íntima y espiritual: condecoraciones nacionales e internacionales, elementos de devoción, y la réplica del Premio Nobel de Literatura que recibió en 1945. Gabriela Mistral legó este reconocimiento al pueblo de Chile, bajo la custodia de la Orden Franciscana. Esta sala honra su trayectoria como figura clave de la cultura chilena y latinoamericana, siendo la única mujer latinoamericana en recibir dicho galardón hasta hoy.
Sala Capitular
La Sala Capitular, antiguo lugar de reunión de los frailes franciscanos, hoy alberga la exposición permanente Entre autores y artífices, dedicada a obras virreinales con autor identificado. Este espacio, antes destinado a decisiones comunitarias y momentos de reflexión, hoy celebra el arte colonial. La muestra reúne pinturas de linaje europeo, que marcaron los primeros modelos visuales en América, y obras provenientes de centros como Lima, Cusco o Quito, donde talleres locales desarrollaron un estilo propio. Estas piezas revelan el sincretismo entre lo europeo y lo indígena, visibilizando a los artistas detrás de las imágenes.
San Diego
La Sala San Diego del Museo San Francisco está dedicada a San Diego de Alcalá y San Antonio de Padua, santos franciscanos reconocidos por su humildad, fe y servicio a los más necesitados. Este espacio invita a comprender la espiritualidad franciscana a través de sus ideales de oración, caridad y dedicación. Además, la sala refleja la importancia del culto litúrgico en la tradición religiosa, mostrando cómo se materializa la devoción en objetos y prácticas propias de la Orden. Así, este lugar conecta la historia, la fe y la vida cotidiana en la espiritualidad franciscana.
Sala República
La Sala República del Museo San Francisco ofrece una visión integral del periodo republicano chileno, destacando tanto eventos clave como elementos simbólicos que definieron la identidad nacional. Este espacio refleja la conexión entre la historia política, la fe y el paisaje cultural, ejemplificada en símbolos como la Virgen del Carmen, patrona de Chile, y vestigios que recuerdan la transformación urbana y social de Santiago. La sala invita a reflexionar sobre la formación de la República, sus valores y símbolos de poder, resaltando el papel de la tradición franciscana en la construcción del patrimonio histórico y espiritual del país.
Gran Sala
La Gran Sala del Museo San Francisco alberga una de las series más relevantes del arte virreinal en Chile: 53 lienzos que narran la vida de San Francisco de Asís. Pintadas entre 1668 y 1684 en el taller cusqueño de Basilio Santa Cruz Pumacallao, estas obras reflejan la fuerza espiritual del franciscanismo en América colonial. Tras siglos ocultas y exhibidas solo en fechas clave, hoy pueden recorrerse de forma permanente. Esta biografía pictórica combina arte y devoción, con un claro propósito formativo, al representar visualmente los principales episodios de la vida del santo de Asís.
Jardin Central
El Jardín del Museo San Francisco es un espacio de tranquilidad y belleza en medio de Santiago, con aproximadamente 1800 metros cuadrados que albergan cerca de 40 especies arbóreas. Este lugar invita al recogimiento y al contacto con la naturaleza, reflejando el espíritu franciscano de respeto y cuidado por la creación. El jardín también es hogar de diversas aves y destaca por su función ambiental y espiritual, promoviendo la armonía entre el ser humano y el entorno natural, siguiendo el legado de San Francisco como protector de la ecología.