Esta talla del archipiélago de Chiloé es una de las piezas más icónicas de la colección del Museo San Francisco. Fue fabricada durante el siglo XVIII por imagineros locales, asociados a las misiones Jesuitas chilotas que se instalaron en las islas durante el siglo anterior, el aislamiento geográfico de estas obligó a la creación de escuelas de artesanos que permitieron la construcción de las iglesias y capillas que hoy componen el Patrimonio UNESCO. Este crucificado se considera un interesante referente para el estudio de la imaginería mestiza provenientes de las misiones de la isla; si bien en Chiloé es posible encontrar tallas que aluden a modelos europeos, la particular fisonomía y musculatura de esta escultura evidencia un detallado estudio anatómico de los cuerpos locales, que se reconoce en los brazos magros y elongados cercanos a la imagen de un canoero local. Otros rasgos, como el cabello natural oscuro y tenaz, la barba de talla gruesa, y la policromía oscurecida – originalmente más blanquecina – revelan el retrato de un Cristo de ojos marrones, de impronta indígena.
Esta obra se enmarca en la preparación de la próxima exposición «El ímpetu del ruego: Cruces y crucifijos de la Colección de San Francisco» que explora los imaginarios locales en torno al calvario y la cruz a través de las piezas más significativas del museo, el Cristo Chilote es una de estas.
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